Estamos en un
momento clave de la historia del CBC (y de la UBA misma). La aprobación de un
reglamento de concursos sin la más mínima participación de la docencia de más
de treinta años en el CBC, es una descarada muestra de desconocimiento de parte
del Rectorado sobre la esencia de la UBA que gobiernan monolíticamente.
El miércoles
28 de septiembre el Consejo Superior aprobó un reglamento de concursos
abiertos, que no da un mayor peso a los antecedentes docentes en el CBC que a
los de las facultades de la UBA, que no contempla a quienes son ayudantes de
segunda y, sobre todo, que establece procedimientos controlados
discrecionalmente por el director del CBC (designado a dedo por el rector). Esta
aprobación fue repudiada por casi un centenar de docentes dentro y fuera del CS
y generó una saludable preocupación y efervescencia en las sedes esta semana.
¿Con qué
legitimidad, en busca de qué objetivo exponen gravemente los puestos de trabajo
de 3000 docentes? En la sesión de CS se llenaron la boca hablando de
institucionalidad y estabilidad laboral, mientras que objetivamente hacen todo
lo contrario, en una muestra de cinismo intolerable. La única explicación
racional de tal conducta es que el CBC es para ellos un “coto de caza”, un
botín de negocios a disputarse entre ellos.
Esta dura
conclusión, por cierto, no es algo a lo que lleguemos de repente y sólo por las
implicancias de este reglamento que acaban de aprobar. Más bien este reglamento
es la gota que rebalsa el vaso, tras innumerables actos en los que han
demostrado una y otra vez sus intenciones: la eliminación de los talleres de
Semiología, arbitrariedad manifiesta en la mayoría de los pocos concursos de
profesores realizados, ahogo de las cátedras históricas a favor de
nombramientos discrecionales docentes en cátedras amigas de los sectores con
poder en el CS, debilitamiento de la presencialidad a favor de una
virtualización sin ningún análisis
del impacto pedagógico académico de estos formatos para ingresantes
universitarios, modificación compulsiva de los contenidos mínimos de las
materias, trabas estructurales para investigar en conexión con la tarea
docente, etc. Ataques contra la docencia y los estudiantes que pudimos
amortiguar con la lucha y organización gremial y de base.
En
definitiva, no es que estemos sorprendidos, es que todo tiene un límite.
Partimos de una situación en la cual "llueve sobre mojado". Un
interinato de más de treinta años y una absoluta falta de institucionalidad
mínimamente democrática es una situación que no puede continuar. Ahora claro,
este “remedio” es peor que la enfermedad.
Sin embargo
este escenario terrible debe ser sopesado. A pesar de lo anterior, es de
destacar que el CBC de conjunto contiene mayores grados de pluralismo y
perspectivas críticas que varias de las facultades y carreras de la UBA. En
estos treinta y un años han pasado por el CBC más de un millón de estudiantes,
gran parte de los cuales reconocen un amplio aporte de parte del mismo,
básicamente por los docentes y cátedras históricas por las que han pasado. Esta
paradoja les resulta problemática a quienes buscan una Universidad cerradamente
disciplinaria y tecnocrática (que son los mismos que tienen las riendas de la
UBA, que son a su vez parte de las fuerzas políticas que aceptan la reducción
del gasto público aunque intenten que esta reducción no recaiga en los sectores
que les responden).
La aplicación
del Convenio Colectivo de trabajo avanza a lo largo y a lo ancho del país,
excepto en la UBA por ahora
A nivel
nacional se aprobó y homologó un Convenio Colectivo de Trabajo (CCT), que ya
empezó a implementarse universidad por universidad, en primer lugar en la
estabilidad de los cargos que eran interinos. El CCT también establece otras
reglas elementales, como la plena ciudadanía de cada docente (nos referimos a
la posibilidad de elegir nuestras propias autoridades o debatir contenidos de
las asignaturas por canales formales, entre otros derechos que se nos niegan
por la falta de ‘institucionalización del CBC’), la carrera docente y la
explicitación de que no puede haber trabajo ad honorem. Pero es cierto que su
art. 2 deprecia el convenio. El mismo permite una excepción a la UBA, lo cual
le posibilitó al Rectorado el año pasado firmar un acuerdo nefasto con ADUBA,
donde se reniega de aquellos avances que empieza a gozar el resto de la
docencia universitaria de nuestro país. Nos referimos puntualmente a que este
acuerdo particular elimina prácticamente las conquistas de mayor relevancia
para los y las docentes.
Por otra parte, el CCT Nacional indica, en su artículo 73, que cada
institución “a través de la Comisión Negociadora de Nivel Particular, dispondrá
los mecanismos para la incorporación a carrera docente de los docentes que
revistan como interinos (…)”. Es decir, no habla de “regularización
automática”, sino de la obligatoriedad de conformar una mesa para decidir sobre
la regularización de los interinos donde la docencia sí tenga voz, a través de
sus representaciones gremiales, derecho que el Consejo Superior nos niega al
aprobar este reglamento.
En diferentes Universidades Nacionales
(como los casos de Luján o La Rioja), tras la negociación entre sindicatos y
rectorados en las Comisiones Negociadoras del Nivel Particular (CNNP),
comienzan a establecerse normas claras de regularización de los/as docentes
(tanto por medio de “pase directo a planta” o por sistemas concursales pero
cuasi-cerrados que jerarquizan genuinamente la estabilidad laboral). Estas CNNP
avanzan en casi todo el país, pero en la UBA no pueden hacerlo, no solo por el
accionar de su rectorado, sino también gracias al accionar del propio sindicato
ADUBA.
¿Podemos
cambiar las cosas en la UBA?
Esta mera
pregunta es posible por el tipo de relaciones de poder institucionalizadas en
nuestra Universidad. Pero nada es para siempre. No estamos condenados a
protestar y hacer algún tipo de resistencia pasiva, sino que realmente podemos
inclinar la balanza, si perseveramos en el camino de lucha y organización que
nos vamos dando. De nuestra parte pensamos que en lo inmediato la lucha debe
centrarse en dos reivindicaciones básicas: estabilidad laboral y ciudadanía.
¿Qué política
darnos para ello?
En nuestra
opinión es clave plantear:
1- Que debe
haber una regularización inmediata de nuestros cargos, en reconocimiento de
nuestro trabajo de décadas. Esta regularización en caso de no ser automática
sólo puede ser implementada en concursos cerrados o de renovación controlados
en su procedimiento por órganos de gobierno democráticos, con plena
participación docente (¡En el CBC estamos en una situación previa a la Reforma
Universitaria de 1918! sin ningún tipo de cogobierno). Es una discusión tan
vieja que da vergüenza tener que darla: es un hecho comprobado la correlación
entre calidad académica y democracia universitaria.
Esto tampoco
es un planteo al aire, “utópico”. Sin ir más lejos en estos últimos diez años
hay aportes prácticos ya hechos al respecto:
- En las
Facultades de Filosofía y Letras como de Ciencias Sociales se elaboraron y
aplicaron sendos reglamentos de concursos que reconocieron suficientemente la
antigüedad en el cargo (además de tener un procedimiento de elección de jurados
mínimamente controlados) como para que nadie que cumpliera con lo básico de su
trabajo pudiera perder el cargo.
Tenemos un
importante antecedente:
- En 2009 el
Director Ferronato pretendió llamar a concurso de JTPs con el reglamento de
concursos de Psicología. Con mucha discusión, análisis y organización docente
pudimos frenarlos y obligar a la conformación de una comisión paritaria
particular entre las autoridades y las y los docentes, en la que se elaboró un
reglamento de concursos superador, a pesar de lo cual (o por ello mismo) las
autoridades mismas retiraron los concursos de JTPs en el 2011.
- También
constituye un antecedente relevante la elaboración -y presentación en el CS- de
dos proyectos de democratización institucional del CBC, que contemplan la
conformación de órganos de cogobierno con diverso grado de participación
docente.
2- La
construcción del poder necesario para llevar adelante esa lucha, que deberá
enfrentar la previsible oposición del corrupto bloque de poder que nos
gobierna.
En estos años
vemos como muy positivo una serie de luchas encaradas por los y las docentes,
en las cuales se expresó claramente una preocupación y un trabajo sostenido en
torno a la calidad de la educación, la crítica, el empoderamiento, etc., como
en los casos de las luchas de los y las docentes de Matemática y de Semiología,
la carta de Sociedad y Estado, la lucha de la cátedra Fucci, y en una escala
mucho mayor en la lucha salarial de abril/mayo de este año.
En el curso
de estas luchas hemos ido organizando reuniones amplias en las sedes,
construyendo herramientas comunicacionales horizontales como los grupos de
mails, de facebook, de whatsapp, poniendo el cuerpo en las calles como en las
clases públicas, en los pasillos y las aulas, plazas o incluso en el tren.
Consideramos que éste es el corazón de nuestra lucha democrática como docentes,
por más y mejor educación pública de calidad.
Debemos aunar
toda esta energía para conquistar la estabilidad laboral y la plena ciudadanía
como docentes. La última Asamblea general docente de AGD-CBC, a la que
asistieron cerca de cien compañeros/as, es un paso más en este sentido, que
debe servir para facilitar la confluencia en una gran actividad el jueves 13 de
octubre a las 14:00 Hs. en la Sede Central (Ramos Mejía 841) con la fuerza de
toda la docencia.
Jueves 13 de
octubre a las 14:00 Hs. nos encontramos en la Sede Central del CBC (Ramos Mejía
841) para manifestar: nuestro rechazo a este reglamento de concursos, nuestra
exigencia de plena ciudadanía y estabilidad laboral a partir de la aplicación
del Convenio Colectivo de Trabajo único, obligatorio y de carácter nacional
¡Así ya lo venimos haciendo en las sedes, así hagámoslo
el 13!
Colectivo de Docentes del CBC + Docentes Independientes del CBC
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